Últimamente he estado muy activa en Linkedin, leyendo lo que ahí suben y de repente haciendo un par de comentarios… y ¡bueno! En alguna ocasión leí un post que decía “ERES OBRA MAESTRA” … y creo que se nos ha dorado la píldora de más al decirnos que, así como somos, somos perfectos, porque la idea, tan romántica e idealizada, nos hace situarnos en una zona de confort en la que nos sentamos cómodamente a decir “¡bueno! Pues es que ya no tengo nada que mejorar en mí, soy perfecta, ¡soy una obra maestra!”
Y bueno, o sea, sí… pero no…
Una cosa es que seamos obra maestra y otra muy, pero muy diferente, es que seamos producto terminado.
Cuenta la leyenda (o dicen las Sagradas Escrituras, como quieras manejarlo), que “Dios nos creó a Su imagen y semejanza.” Pero no es que Dios sea alto, bajito, delgado, gordito, blanco, morenito, rubio, de pelo lacio, de pelo chino, ¡todo al mismo tiempo! No… no va por ahí el asunto. Más bien Dios nos dotó de Su mismo poder creador. ¡¡¡En eso somos semejantes!!! Peeeero hay un pequeño e insignificante detalle en lo que no somos iguales: en la perfección. Dios nos hizo imperfectos. Y mucho tiempo estuve pensando “ay qué mala onda ese Dios, ¿cómo que imperfectos?” Pero después me di cuenta del tremendo regalo que nos dio. Nos dio la posibilidad de buscar, cada día, ser mejores.
Y siempre tenemos la opción de decir “pues así soy, ¿y qué?”, y sentarnos en nuestra hamaca, o bien buscar, ser un poquito mejores que el día anterior. Y para eso están los cursos, los diplomados, las certificaciones, los posgrados. Tu terapeuta, tu mentor, tu coach, son tu mejor ayuda para sacar tu mejor versión.
Hace tiempo, en una sesión de coaching, le preguntaba a mi coachee cómo le iba aplicando las herramientas que había ido aprendiendo a lo largo de nuestro proceso. Me contó que su equipo de trabajo estaba respondiendo muy bien y que los resultados estaban siendo muy satisfactorios. Y cuando le pregunté cómo le iba aplicándolo con su familia, me contestó “no, con ellos no lo aplico”, “¿Como por?” pregunté. En pocas palabras, me dijo que quería seguir siendo ella misma con su familia, que no quería perder su esencia. “Pero tu esencia no se pierde”, le dije, “solo se enriquece, sólo estás agregando más herramientas a tu cajita”. Es como cuando pasamos de primaria a secundaria, o de secundaria a prepa. Seguimos siendo las mismas personas, solo que con más recursos.
En mis más de 15 años desempeñándome como desarrolladora de líderes, me he topado con cualquier tipo de personajes.
Están aquellos que están ávidos por aprender a ejercer mejor su liderazgo, y a tener mejores resultados con su gestión, quienes obviamente son los que más provecho les sacan a sus sesiones conmigo, porque aplican, descubren, proponen, experimentan…
También están aquellos que fueron enviados a proceso por parte de su empresa, que llegan, así como que no muy convencidos, pero ¡bueno! Qué le vamos a hacer, ya andamos acá así que a darle… y le dan la oportunidad al proceso (en realidad se están dando la oportunidad a sí mismos) y empiezan a notar resultados más alentadores.
Sin embargo, están también los que juran que ya no tienen nada que aprender, que su tataratataratatara tío cuando arrancó el negocio lo hizo así, y así se ha hecho siempre, negándose la oportunidad de evolucionar, de crecer, de expandirse. (Y también los hay que contratan mis servicios, me pagan, tienen sus sesiones y no aplican nada porque eso ni sirve… de resultados mejor ni hablamos, ¿verdad? ya ni cómo ayudarlos).
En fin, quise hacer esta reflexión contigo porque eres una obra maestra, eres maravilloso, tienes unas características que son únicas en ti. Si alguna vez has escuchado aquello de que “cuando Dios te hizo, rompió el molde”, pues ¡es verdad! ¡Eres único e irrepetible! No ha habido a lo largo de la historia de la humanidad, ni habrá, otro TU. ¡No prives al mundo de tu grandeza! Por eso, ¡cultívate, desarróllate, crece todavía más! No eres un producto terminado. ¡Y el coaching es una manera extraordinaria para hacerlo! ¡Busca un coach!
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Adriana Alanis es coach, formadora, entrenadora y mentora de empresarios, gerentes recién ascendidos y mandos medios con más de 15 años de experiencia. Creadora de la Metodología 3L: Liderazgo de tu Vida, Liderazgo de tu Equipo y Liderazgo de tu Productividad. Autora de los libros DE JEFE A LIDER COACH y LOS TRES LIDERAZGOS DEL GERENTE EXTRAORDINARIO, creadora de la Agenda del Líder Disruptivo, del programa MUJER LIBRE Y GRAN-DIOSA y del podcast LOS DESAFÍOS DE UN LÍDER DISRUPTIVO. Profesora universitaria con más de 20 años de servicio y vicepresidenta COPARMEX Hidalgo, Premio Nacional a la Mujer 2020 y Galardón Forjadores de México 2021. www.adrianaalanis.com