Es mucho más cómodo ver la paja en el ojo ajeno que ver la viga que crece en el tuyo. Es mucho más fácil dar consejos de cómo criar a los hijos, cómo tener un matrimonio perfecto, cómo ser un mejor líder, pero si tu organización, tu familia, tu matrimonio está del nabo, entonces algo está fallando.
Los seres humanos solemos ser muy objetivos cuando vemos algo desde afuera (si no, observa los partidos de la selección nacional de futbol, y verás cuántos directores técnicos expertos hay en las salas de las casas, en las redes sociales, en los bares…), pero para aplicarlo en nosotros mismos, ahí si cambia la cosa: “es que mi situación es diferente”, “ah! No, ahí, no aplica”, “es que mi caso es especial”… ¡tu caso no tiene nada de especial! Tú no lo has querido ver con objetividad y desde afuera. Punto.
Solía ir a un pequeño restaurante a comer, y de repente noté que la afluencia de clientes empezó a bajar, y que empezó a generarse una alta rotación de personal. Me di cuenta que los antiguos dueños habían traspasado el negocio y ahora lo tenía un hombre que se sentaba en una de las mesas y como capataz, ¿ehe? desde la mesa ordenaba a sus colaboradores “atiendela”, “dale la carta”, “ten cuidado con la sopa”, “limpia la mesa”… no daba oportunidad, ni a los clientes ni a los empleados de respirar, estaba todo el tiempo sobre ellos, pendiente de cada mínimo movimiento y de cada error. La gente no aguantaba ese trato. Ni empleados ni clientes. El negocio terminó por cerrar. ¡Y como este dueño hay muchos! Pero si platicas con ellos, te dicen que la gente no se compromete, que hay que estar atrás de ellos, que ellos son los que están bien, pero todo a su alrededor es lo que está mal. Y evidentemente no van a aceptar nunca una guía, un apoyo. Me he topado con muchos dueños de negocios que quieren contratar mis servicios y me dicen “Adriana, quiero que les des a mis empleados un curso, que se pongan la camiseta, que se comprometan con el trabajo… pero yo no voy a participar, ¿¿¿eheee?? A mí no me metas, no voy a jugar, no voy a estar ahí”, desde ese momento me doy cuenta que en realidad el problema no está en la falta de compromiso de los empleados, y sí soy muy buena en lo que hago, pero si los cambios no empiezan desde la cabeza, pues yo no puedo hacer milagros.
Leía esta mañana un post en Facebook donde decía “si sueles tener relaciones tóxicas, quizá el tóxico o la tóxica estás siendo tu”. En las relaciones laborales es lo mismo. Si tienes un patrón de resultados que se repite una y otra y otra vez, quizá sería momento de afrontar que es estadísticamente imposible que todos los colaboradores sean exactamente iguales y traigan las mismas mañas… ¿cuántos colaboradores han pasado por tu empresa? Y date cuenta qué es lo único que se mantiene igual… Sip. Tú.
El día de hoy te invito a que hagas un alto en el camino y te observes a ti mismo, ¿qué estás haciendo de manera repetitiva que te está generando esos resultados? Tanto en el ámbito laboral como en tus relaciones. No es posible que todas las personas con las que sales sean iguales: obsérvate y analiza cómo reaccionas tú, qué respuestas tienes tú, qué patrones de conducta manejas tú que hacen que ellos o ellas reaccionen igual y que entonces se vayan de tu lado. Igual en tu empresa. Con una cosa que cambies tú, evidentemente tus resultados van a ser muy diferentes.
Sé qué es complicado ser objetivo con uno mismo, es más padre que te digan lo que quieres escuchar, pero ese autoengaño no te ayuda en nada. Y te tengo una mala noticia. Si tu estás pensando en buscar mi ayuda, pero eres de esas personas que prefieren escuchar mentiras piadosas (como la canción de Joaquín Sabina), mejor no pierdas tu tiempo. Yo no soy esa que te va a decir cosas lindas para mantenerte contento. Yo te voy a confrontar, yo te voy a mostrar tus áreas de oportunidad pero también te voy a poner enfrente las herramientas para mejorar. Algunos no aguantan y prefieren seguir viviendo en su zona de confort y botan su proceso, ¡¡¡aunque ya lo hayan pagado en su totalidad!!! Afortunadamente son los menos. Pero los que realmente quieren tener un cambio en sus vidas, tanto a nivel personal como profesional, me dicen “me caes mal”, pero siguen adelante, al final saben que ese autodescubrimiento los lleva a ser mejores padres, esposos, jefes… en suma, mejores personas… y además, ¡a tener una mejor organización!
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